lunes, 9 de marzo de 2009

REFLEJOS

Tengo la estampa entre las manos y el paisaje se antoja demasiado artificial en los colores de la realidad. Demasiado azul el mar, demasiado transparente el cielo, demasiado encendido ese horizonte, demasiado brillo en las miradas de las dos figuras que se abrazan ignorando el viento, arropadas en sueteres iguales, demasiados sentimeitnos dentro por un pasado que ya no existe, demasiado dolor en estos dias por esa familia qeu es tuya y ahora son desconocidos, demasiado dolor para un solo corazon sin color,

Miro hacia afuera y lo único que veo es el reflejo que el vidrio me devuelve como una bofetada, porque es de noche, y a esta hora todas las ventanas se transforman en espejos que devuelven soledad, interiores arrepentidos, casas como la mia, como la de el , como la tuya, como la de todos en un momento de su vida, casas vacías, casas con café sin azúcar por la mañana, café rápido y el auto que encendido y los minutos que pasan, casas con mañanas en las que descubres atisbos de neura que me señalan a gritos que estoy empezando a perder la gran batalla.

La foto sigue en mis manos. La foto estaba en un cajón que no había abierto desde hace varios meses, pero hoy la foto está en mis manos y siento que llegó el momento de asesinar esos recuerdos añejos.

¿Entonces debo tomar la foto? como un sueño perdido, como una vida extraviada, como un padre con una imagen perdida, tomarla perfectamente y, lo más importante, frente a una de las ventanas que denuncian el interior de mi habitación con las luces atenuadas. No soy yo quien romperá la foto. Es otra persona, alguien más valiente o impersonal, otro yo-el que flota en el vacío unos centímetros más allá de los cristales. Veo cómo esa persona realiza un movimiento de dolor con los dedos, cómo las manos se desplazan uniformemente hacia los lados y, al fin, cómo cada una se ha llevado un trozo casi regular de la fotografía. Luego esa misma persona juntará los pedazos y repetirá el movimiento una, dos o tres veces, según lo estime necesario, hasta que yo, inexplicablemente, sienta un cansancio en los dedos. En el vidrio vere que caen como unos copos de nieve demasiado grandes para ser libres violadores de la gravedad. Caen rápido y, cuando miro hacia la alfombra, mis ojos ven los mutilados vestigios de un recuerdo que ya no tiene salvación posible.

LLUEVE SOBRE MOJADO.

En la calle llueve y estoy parado en la puerta de mi casa esperando a que el cigarrillo termine de consumirse entre mis labios. Estoy pensando adónde irá precisamente.

Hoy es domingo, y los domingos son culpables de la soledad de las veredas. Tengo un paraguas en una de mis manos, es un paraguas negro que, plegado, tiene algo de siniestro.

Abro el paraguas sin preocuparme de sacudirlo varias veces antes de hacerlo. Y entonces es cuando me responsabilizo de todos los recuerdos que caen sobre mi cabeza, empiezo a caminar bajo el paraguas y siento que es demasiado grande. La misma sensación de arquitecturas abandonadas sobreviene al contemplar el asiento vacío del auto, o al mirar la mitad de la cama desierta, inútilmente grande. Esa soledad de las camas donde crecen con tanta fertilidad los hongos del olvido.

Más allá del paraguas cae la lluvia y, bajo el paraguas, llueven también húmedos recuerdos de otros días que me hacen sentirme culpable por no haber tomado las precauciones necesarias

Siguo caminando bajo el paraguas. Lo cambio de mano, realizo todos los trucos inútiles aprendidos solo al comienzo de un domingo, trato de convencerme de que lo ocupo todo, de que nada ni nadie falte bajo la tela negra. Pero mis trucos sólo aumentan mi soledad de caminante dominguero.

Siento entonces el eco de sus pasos. Ese sonido ensordecedor de rumbos forzados, látigo o redoble de tamborcitos de hojalata que conducen el camino hasta la guillotina. Siento entonces unas ganas irrefrenables de llorar, y naturalmente puedo hacerlo. Bastará con que baje el paraguas hasta que la vida reluciente de la calle se borre en el presente de tela negra que bloqueará mis ojos y no vea nada más que el juego de varillas, esas vidas normales de domingo matinal, y, si pienso que alguien puede verme, bastará con que cierre discretamente el paraguas con ,i cabeza metida entre las varillas, como si estuviera comprobando la perfección del mecanismo mientras la lluvia cae sobre mis hombros, que a ratos se estremecen, y mis lágrimas se confunden con la humedad de la tela. Solo llevo unos dias asi y ahora todo implica esta soledad, donde falta algo, dentro del paraguas hay algo que no entra, me desespero, y sigo llorando, me falta ese recuerdo, al ver como de destroza, veo como claramente la lluvia lava mi mente, me moja , me limpia y ese recuerdo entra, la tela negra ya no lo impide, el recuerdo me hace llorar mas, ahora lo tengo presente, ahora se que no era un domingo de soledad, ese recuerdo borra todo el sufrimeitno, ese recuerdo inunda mi metne asi como la lluvia la calle, ese recuerdo hace que broten lagrimas , pero no son lagrimas de tristeza, son lagrimas por este recuerdo, son lagrimas de amor , son lagrimas por ti, en mi mente solo se oye un eco lejos del murmullo de la misma y ese recuerdo eres tu, hermoso no? Si no lo es entonces, porque sigo llorando con una sonrisa en la cara?

No lo soy.


¿Dónde voy metido en ese viejo abrigo gris?

Si nadie espera en la casa

¿para qué llegar Sin rumbo, aburrido, cansado de trabajar?
Sin ilusión que soñar, sin tentación para soñar
¿Dónde están los amigos que nunca se iban a ir?

¿Los besos que por la noche me hacían volar?

¿Los labios que siempre decían sí?
La promesa de siempre amar,
Las palabras que me hacían soñar,
Promesas que nadie me dará,

Maldito abril, mi amor está ahí y,

Solo viene a recordarme que soy un infeliz.

¿Dónde voy?

Cruzo, sin prisa, las calles de mi barrio gris.

la princesa de imaginación no quiso llamar:

Ahora, el espejo escupe toda la verdad.

¿Dónde están las noches sin pastillas para dormir?,

¿Las penas que solo eran penas para los demás?,

¿La colección de promesas por cumplir?
Menudo valor, nunca le valí,
Escondido en su mundo, solo serví,
Para vagar y dar felicidad por actos,
Actos llenos de soledad.
Solo vienen a recordar que ya no soy feliz.

OLVIDO

He pensado en dejar todo, solo  salir me libraría de ello, correr y pensar en algo nuevo, pero  no puedo  tengo que hacer esto, he pensado ...