lunes, 9 de marzo de 2009

LLUEVE SOBRE MOJADO.

En la calle llueve y estoy parado en la puerta de mi casa esperando a que el cigarrillo termine de consumirse entre mis labios. Estoy pensando adónde irá precisamente.

Hoy es domingo, y los domingos son culpables de la soledad de las veredas. Tengo un paraguas en una de mis manos, es un paraguas negro que, plegado, tiene algo de siniestro.

Abro el paraguas sin preocuparme de sacudirlo varias veces antes de hacerlo. Y entonces es cuando me responsabilizo de todos los recuerdos que caen sobre mi cabeza, empiezo a caminar bajo el paraguas y siento que es demasiado grande. La misma sensación de arquitecturas abandonadas sobreviene al contemplar el asiento vacío del auto, o al mirar la mitad de la cama desierta, inútilmente grande. Esa soledad de las camas donde crecen con tanta fertilidad los hongos del olvido.

Más allá del paraguas cae la lluvia y, bajo el paraguas, llueven también húmedos recuerdos de otros días que me hacen sentirme culpable por no haber tomado las precauciones necesarias

Siguo caminando bajo el paraguas. Lo cambio de mano, realizo todos los trucos inútiles aprendidos solo al comienzo de un domingo, trato de convencerme de que lo ocupo todo, de que nada ni nadie falte bajo la tela negra. Pero mis trucos sólo aumentan mi soledad de caminante dominguero.

Siento entonces el eco de sus pasos. Ese sonido ensordecedor de rumbos forzados, látigo o redoble de tamborcitos de hojalata que conducen el camino hasta la guillotina. Siento entonces unas ganas irrefrenables de llorar, y naturalmente puedo hacerlo. Bastará con que baje el paraguas hasta que la vida reluciente de la calle se borre en el presente de tela negra que bloqueará mis ojos y no vea nada más que el juego de varillas, esas vidas normales de domingo matinal, y, si pienso que alguien puede verme, bastará con que cierre discretamente el paraguas con ,i cabeza metida entre las varillas, como si estuviera comprobando la perfección del mecanismo mientras la lluvia cae sobre mis hombros, que a ratos se estremecen, y mis lágrimas se confunden con la humedad de la tela. Solo llevo unos dias asi y ahora todo implica esta soledad, donde falta algo, dentro del paraguas hay algo que no entra, me desespero, y sigo llorando, me falta ese recuerdo, al ver como de destroza, veo como claramente la lluvia lava mi mente, me moja , me limpia y ese recuerdo entra, la tela negra ya no lo impide, el recuerdo me hace llorar mas, ahora lo tengo presente, ahora se que no era un domingo de soledad, ese recuerdo borra todo el sufrimeitno, ese recuerdo inunda mi metne asi como la lluvia la calle, ese recuerdo hace que broten lagrimas , pero no son lagrimas de tristeza, son lagrimas por este recuerdo, son lagrimas de amor , son lagrimas por ti, en mi mente solo se oye un eco lejos del murmullo de la misma y ese recuerdo eres tu, hermoso no? Si no lo es entonces, porque sigo llorando con una sonrisa en la cara?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

en verdad lo hiciste thu?? no creo pero aun asi recuerd aque plizz me tienes que ayudar a hacer mi pagina mega fashion!!!okzz??

Anónimo dijo...

wow, en verdad esta muy padre...
debo confesar que de aqui robo frases para poner en mi nick o en mi estado del facebook.. jajaja pero esta bien.. no chava?

y me tienes qe ayudar a mi a hacer mi blog..okas?

prometo pagarte, bueno la verdad no, pero heelp!

te qiero...!!

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